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martes, 11 de octubre de 2011

PROTAS (II)

Si estamos de acuerdo con el post anterior, una de las primeras tareas del guionista es crear la forma en la que el público se va a identificar con el protagonista. Es decir, qué va a hacer o decir el protagonista en el inicio de la historia, qué le va a suceder o qué vamos a saber de él que nos haga “quererlo” y entenderlo. Psicológicamente hablando, las personas sienten interés o afecto por otras a través de mecanismos ciertamente complejos, quizá inabarcables, pero con objeto de ser lo más didáctico posible, voy a cometer la simpleza de dividir los mecanismos de identificación del público con el protagonista en tres tipos:

1. Exposición de deseos. 
El protagonista expresa de manera más o menos velada qué cosas quiere conseguir en la historia, cuáles son sus deseos, sus sueños. En infinidad de películas, si no en la primera, en las primeras escenas, describiendo la situación de partida o status quo inicial, o a través de las palabras del propio protagonista, sabemos qué quiere conseguir: conquistar una colina, ser el mejor jugador de póquer del mundo, enamorar a otra persona o, simplemente, mejorar la situación desfavorable de la que parte.

2. Injusticias o calamidades. 
Al protagonista le ocurre algo negativo, bien por acción de terceros, bien por infortunio de la propia vida. También en innumerables películas hemos visto cómo al protagonista, más pronto que tarde en la historia, alguien allegado se le muere, un coche pasa a su lado pisando un charco y empapándolo o le ponen una multa. No digamos si un médico le comunica que le quedan meses de vida.

3. Demostración de habilidades. 
Es lo que se llama “identificación por admiración” y consiste en ver al protagonista haciendo algo que sabe hacer muy bien. No son pocas las películas de James Bond en las que lo primero que vemos es a Bond solucionando un conflicto con suma maestría.


En general os puedo decir que lo más normal, incluso de manera natural, es que se produzca una mezcla de dos de estos mecanismos, casi siempre de los dos primeros. Y, como en el post anterior, os recuerdo que nuestro protagonista no tiene por qué ser “bueno”. 

Para ilustrar esto último, os invito a ver el inicio de una extraordinaria película en la que nos identificamos con su protagonista a través del menos común de los tres mecanismos: demostración de habilidades, incluso cuando esas habilidades tienen un uso infame.


3 comentarios:

  1. Lo explicas muy bien. Es la llamada de atención del espectador a través de las tres premisas que apuntas para hacer del personaje el punto de interés que lo convierte en "protagonista".

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  2. Tú sí que lo explicas bien, Mariano, jajaja.. Abrazos!

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  3. La tercera opción, "demostración de habilidades", me parece la más difícicil para enganchar al lector o al espectador. Todo un reto.

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