jueves, 29 de septiembre de 2011

HABLEMOS DE NEGOCIOS

Dice mi admirado Javier Fernández Aguado, entre otras cosas profesor de la Escuela de Negocios de Navarra, que cuando alguien se plantea emprender un negocio tiene que plantearse 5 cuestiones:

1. Qué vendo.
2. Quién me compra.
3. Por qué me compran.
4. Por cuánto tiempo.
5. Cuánto gano.

Añade Fernández Aguado que el error más frecuente es centrarse en la quinta cuestión: cuánto gano. Antes de pensar en eso, hay que tener clara la más importante de las cuestiones: la tercera, por qué me compran. Es decir, qué tiene mi producto o servicio para que me lo compren a mí y no a otro. Es lo que se llama la "ventaja competitiva".

En el ámbito del guión el planteamiento no es diferente. Un guionista profesional es alguien que escribe una historia que después quiere vender. Como persona de negocios que es al fin y al cabo, es necesario también preguntarse "por qué me compran". Qué tiene mi historia que no tenga el resto; qué aporta a lo que ya se ha hecho; cuál es su valor añadido. Es lo que el productor gallego Pancho Casal llama "el concepto".

A veces, ese concepto, ese "algo especial" es que la película la protagonizará una súper estrella, por lo que el productor ya tiene asegurada una buena parte de la taquilla. Otras veces, se trata de un aspecto de producción, como puede ser la forma de rodarse: en plano secuencia, o dentro de un ataúd, o con un móvil, o en tres días... En cualquier caso, aspectos llamativos que impulsen el interés del espectador por la película. Pero si no tenemos la opción de que John Malkovich firme por ser el protagonista de nuestra historia, o no existe ningún aspecto de la producción que llame la atención, nuestros esfuerzos deben ir encaminados a construir una historia que, en su género –o en la mezcla de ellos–, aporten elementos, puntos de vista o formas de contarla que no se hayan visto con anterioridad.

Para ello, conviene ver todas las películas posibles que se hayan hecho sobre el género, el contenido o el tema de nuestra historia, de manera que minimicemos el riesgo de que el espectador sienta que esa historia ya se la han contado antes. Y, no menos importante, estaremos ayudando al productor y al equipo de promoción a vender la película, que es lo mejor que nos puede pasar si nuestra intención es vivir del cuento, en el sentido más literal de la frase.

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